Muchos
de los venezolanos soñamos que el País mejore en todas las formas,
vivimos llenos de ira por todo lo que está pasando, por la economía,
la alimentación, y el mayor problema es la desunión y el olvido a
Dios ¿pero alguien se ha tomado el tiempo para reflexionar? ¿Porque
nos encontramos en esta situación? ¿Por qué ahora? Y es que nos
hemos olvidado de algo mucho más importante LA FAMILIA Y LOS
VALORES. Unos de los principales problemas que estamos atravesando
hoy es el olvido a los buenos valores, sí, porque los buenos valores
siguen allí esperando que cada familia venezolana vuelva a la
práctica de ellos ¿Queremos todo mejor? Empecemos por cambiar
nosotros mismo y veras que todo empezara a cambiar…
Los
tiempos han cambiado desde los días en que la mayoría de las
familias tenían dos padres: una mamá que se quedaba en casa, y un
papá que se dedicaba al trabajo. Las familias hoy son más
complejas. Los padres sin pareja, las familias en que ambos trabajan,
la cantidad de actividades escolares después de la casa, y las
distracciones que hay en el hogar, tales como la computadora, los
PlayStation® entre otras, significan que el tiempo junto como
familia no es algo que sucede "con facilidad y a menudo".
En
Venezuela existen muchos que viven en la misma casa pero cada uno
está en sus cosas, no se comunican entre sí, siempre hay peleas,
problemas, circunstancias difíciles, nadie quiere compartir con el
otro, eso es una familia destruida. O tal vez, sus miembros están
fuera, los hijos o los esposos se van de la casa, y las mujeres no
quieren saber nada más con ellos. Se perdió el respeto.
Una
de las razones por las que nuestra sociedad está pasando por
problemas es que no se están enseñando la moralidad, la
espiritualidad, los principios sólidos y las cualidades deseables en
el hogar.
Un
ejemplo de ello es la gente que habita aquí en Venezuela, ya no hay
respeto por nada ni por nadie, niñas teniendo hijos y dejándolos
abandonados, personas que ensucian las calles, padres separados por
no tener la capacidad para tener una responsabilidad, padres y madres
irresponsables, un mal trato por parte de los servicios tanto
públicos y privados entre otros.
Pero sin embargo quiero ser optimista y siento que cada
persona va mejorar y vamos a construir el país que merecemos tener.
Siempre
se lucha por el control.
Viven
peleándose, tienen el concepto de que alguien debe ganar y otro
perder. La comunicación se rompió porque hay ganadores y perdedores
y, en tal caso, todos ganan o todos pierden.
La
frase: “¡Ah! Yo hago la mía”, debe ser desterrada porque atenta
contra la unidad, que es necesaria para desatar la unción familiar
que Dios derrama.
Cuando
Jesús dijo: Tú y tu casa serán salvos, hablaba de unión. Cuando
algo le pasa a un integrante de la familia, no sólo le pasa a él
sino a todos. Si es bendecido, esa bendición caerá, sí o sí,
repartida en los demás miembros.
El
conflicto de: “unos ganan, otros pierden” tiene que ver con el
tema del control.
Por
eso, las mujeres queremos dominar a los maridos, a los hijos, o el
marido quiere dominar a la mujer, a los hijos; o esos hombres que no
cambian su carácter y creen que, por que ellos trabajaron todo el
día, deben llegar a la casa y los demás ser sus esclavos, que lo
tienen que servir, pegan un grito y todos tienen que obedecer.
O
esas mujeres que están todo el día quejándose, con espíritu de
víctimas y controlan todo.
Si
uno tiene mal carácter y quiere controlarte es porque no tiene
expectativas en cuanto a conquistar otro territorio afuera.
Cuando
un hombre se queda sin trabajo o se jubila, lo único que quiere es
mandar, te indica cómo hacer las cosas que hacen cuarenta y cinco
años que venís haciendo. Como ya no tiene territorio por conquistar
afuera quiere dominarte.
Tengo
la familia que creo que merezco
En
todos los ámbitos atraemos lo que creemos merecer y no lo que
deseamos. Muchas mujeres se preguntan por qué, en algunas áreas de
su vida andan tan bien y en otras, siempre, tienen problemas. Y la
respuesta es, porque en esa área atraen lo que creen merecer y no lo
que quieren.
Ejemplos:
- Trabajas en un lugar donde te tratan muy mal y, si te sigues quedando, es evidente que no te consideras digna de que te traten bien o, de lo contrario, saldrías de allí “a pesar de…”
- Podrías comprarte mejor calidad de ropa pero no lo haces. El mensaje es: “No me merezco vestirme mejor, no soy una mujer de calidad para vestir ropa de buena calidad.”
- Si no eres feliz contigo misma atraes “lo que te mereces”, hombres infelices. Porque, no es lo que quieres, sino lo que crees que mereces.
- Si tu familia está destruida es porque, en el fondo, crees que mereces vivir con una familia en estado de caos y destrucción.
- Pregúntate: “¿La familia que tengo hoy, así como está, es lo que quiero?”Y no cambiaremos de familia, trabajaremos para transformarla en lo que queremos y no, en lo que creemos merecer.
- Tal vez tus padres se divorciaron o vivieron peleando toda la vida o con graves problemas económicos, y repites ese modelo porque crees que lo mereces pero no es lo que quieres.
- ¡Busca! ¿Qué quieres? ¿Qué tipo de familia te gustaría? ¿Qué ámbito familiar querrías encontrar al llegar del trabajo? ¿Qué emoción quieres encontrar cuando llegas a tu casa? Por ejemplo, llegas a tu casa después de una reunión y encuentras a tu familia enojada, peleando, no hay un poco de paz y dices: “Esto es lo que me tocó, lo merezco.” ¡No! ¡Busca lo que quieres! ¡Lucha por más!
- Tienes que creer en Dios y en ti.
-
¿Qué
crees que te mereces? ¿Cómo quieres estar vestida? ¿Qué trabajo
y sueldo crees que te corresponde? ¿Qué marido quieres lograr?
Repite:Yo creo esto, y lucharé por lo que quiero.
Pablo
dijo en Filipenses: “Sigo adelante para asir.” Si Jesús te
alcanzó es para darte bendición, seguí adelante y captúrala toda.
Tienes
la capacidad para prosperar porque Dios quiere hacerlo.
Pon
expectativa positiva a tu familia que tiene que salir de la
destrucción, porque hay una unción que solamente se suelta cuando
la familia está unida, en armonía y paz. Tal vez, todavía, no lo
hayas experimentado pero ese poder se soltará en todos con los que
vivas.
Trabaja
por lo que quieres tener en la vida.
No
declares palabras negativas: “Esta familia se destruirá”, “Esto
se va al tacho”, “Mis hijos terminarán drogándose”, “Van a
terminar presos”, “Mi pareja va a terminar mal”, “Voy a
enloquecer”.